La más variada fauna, entre pensamiento, imagen, poesía y erotismo: ¡todo!, en definitiva.

4.12.06

EL MAR ATARDECE


No había olor a mar, por más que el viento, o la brisa apenas fría, nos arañara la piel.
Alicia miraba lejos, con los ojos entrecerrados, el horizonte cansino de la tarde. Yo la miraba a ella y a su mirada, y buscaba, en esa nueva pátina, esa película también acuosa, de un color indefinido entre el azul acero y el verde, otro horizonte. Su rostro apenas coloreado por el sol que se había situado, con cierta pereza, a nuestras espaldas, acompañaba esa mirada que quería ahogarse en el mar. Seria, apenas con un temblor que daba cuenta de sus pensamientos (que no eran para mí), un breve gesto que rompía la lasitud de esa piel naturalmente dorada, dejaba que algunos rizos jugaran sobre la frente amplia y se estiraran como si fuesen lacios.
La playa estaba casi vacía
—Pinamar parece un pueblo fantasma en esta época del año —dije, como para robarle algo de protagonismo al silencio.
Entonces ella se acordó de dónde estábamos y me miró. Yo sabía que detrás de mí, el telón de fondo eran esos majestuosos hoteles, la luminosidad que declinaba en el aire límpido, unas callecitas que subían y se perdían enseguida, los techos de algunos chalets de lujo, los pocos que podían verse desde ese lugar. Más atrás las puntas de los pinares, eucaliptos flacos y altos, y los edificios de departamentos vacíos con sus muebles tapados con sábanas viejas; las alacenas llenas de utensilios y envases de comida, copas, platos de diversos colores; las persianas bajas.
Su rostro alargado, como remate del largo y elegante cuello, aún mantenía la tersura de la adolescencia. Nadie le daría a esta mujer la edad que tiene, pensé, quizá por eso me atrae con la misma fuerza que cuando la conocí. Estuvo unos segundos mirándome, o mirando el pasado, sacándome de foco y eligiendo la profundidad, después volvió la cabeza hacia el mar que comenzaba a oscurecer, al igual que sus ojos.
—Lo prefiero así —agregó —lleno de fantasmas…
Supe que mi comentario había sido un error. Finalmente una sombra tomaba cuerpo en la palabra.
No volví a interrumpirla, dejé que mis ojos se extasiaran con los detalles de su cuerpo como si fuera otro hito del paisaje sinuoso y fluido. La blusa suave y sin mangas copiaba las transformaciones de la piel; dos pequeños volcanes, amenazantes, emergieron desde sus pechos; la brisa era, ahora, más fría. Cruzó los brazos en un intento de abrigarse. En algún momento, cuando el horizonte ya se fundía definitivamente con la oscuridad, pegó su cuerpo al mío e inclinó la cabeza sobre mi hombro. El mar comenzó a agitarse, pero dentro de mí, transformándome en un maremoto. ¡Cuántas vistas cuántos mares cuántos atardeceres así deseé con ella! Ahora que la tibieza y el peso del cuerpo adosado comenzaban a ramificarse como una enfermedad, tuve plena conciencia de que ese era, tal vez, mi momento. Quizá el mar me recompensaba de frustraciones y esperas devolviéndome un fruto, una perla tersa, de brillos satinados y sedosos.
Como una voz imperiosa percibí la demanda de Alicia de un abrazo generoso. Una estrella fugaz rasgó la noche uniendo cielo y agua. Entreví una señal justo en el instante en que estaba por claudicar ahíto de gozo.

No la abracé esa noche, ni la besé.
Nadie podría hacerlo y ocupar el lugar de un fantasma sin devenir en otra sombra.

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4 Comments:

Blogger ana said...

Si sigo así, voy a deberte muchos dibujos imaginarios.
(me gusta la imagen de la chica)

3:55 a. m.

 
Anonymous Anónimo said...

¿Acaso se puede ser otra cosa que uno de los tres de un par perfecto? Un abrazo...

10:47 a. m.

 
Blogger DudaDesnuda said...

Fantasma o sombra. ¿Qué importa?
El presente cuenta. No dejes que pase, es tan raro el amor...

Besos y mares.

4:50 p. m.

 
Blogger Ginger said...

¿En dónde te escondes? Sal ya de esa caja...

1:33 p. m.

 

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