ARTIFICIO DE LA MEMORIA
El frío amenaza las tiernas plantas, las hierbas que aún verdean después del verano. No dan ganas de nada, y el aliento se manifiesta como un mensajero de otra realidad, o de otro tiempo; un fantasma, que podría ser un rostro desdibujándose que nuestro espíritu no termina de conjurar.
Evito esta noche mirar el cielo, no quiero ver las formas de la luna, no quiero saber si su ciclo ya se cumplió, prefiero entregarme al llamado interno de un despliegue de luces que me ahoga los ojos de nostalgia.
Es curioso lo que ocurre con los fuegos artificiales; significan un evento particular para las personas que los lanzan al cielo, pero esas efímeras luces se ven desde muy lejos y encuentran los ojos de desconocidos que por azar, o por voluntad, alzaron la cabeza hacia la noche. Escenas mudas. Una coreografía resplandeciente que en lo alto opaca las verdaderas estrellas. Surge un hongo, desde un único punto y como una huidiza red de colores se tejen las vanas figuras.
A aquellos seres encandilados con el espectáculo, los une un asombro, y ese haz de pensamientos breves como las trazas en el cielo, que se dispara en múltiples direcciones.
La belleza, dicen, es un bálsamo para la tristeza, yo creo que su contemplación puede ser también mortal para un espíritu dolido. Para él, por ejemplo, que se ha detenido un instante ante el espectáculo en el cielo, y que ahora continúa su andar, con las manos hundidas en los bolsillos del abrigo; él, que pisa las hojas crujientes y sobre su cabeza las ramas dibujan una tétrica textura. Conmemora, tal vez, un encuentro en medio de la oscura ciudad; la tibieza de otras manos, y las carcajadas que, sin pudor, se perdían entre calles anónimas y a punto de amanecer. Ahora retiene en sus pupilas esa explosión celestial que no llegó a compartir; hay amores que antes de alcanzar su apogeo ya se precipitan en el ocaso.
No, hoy no estoy como para contemplar la luna, por eso no la busco, por eso extraigo del fichero de la memoria el recuerdo de un voluntarioso y esplendente azar.
La memoria tiene esa ventaja: clasifica; secciona; recorta; esteriliza; ordena... Uno arroja al interior de esa trituradora el caos y la inestabilidad del diario vivir, para extraer, luego, pulcro, brillante y pulido, un recuerdo a medida.
Tiene esa ventaja, en detrimento de la propia vida.
Evito esta noche mirar el cielo, no quiero ver las formas de la luna, no quiero saber si su ciclo ya se cumplió, prefiero entregarme al llamado interno de un despliegue de luces que me ahoga los ojos de nostalgia.
Es curioso lo que ocurre con los fuegos artificiales; significan un evento particular para las personas que los lanzan al cielo, pero esas efímeras luces se ven desde muy lejos y encuentran los ojos de desconocidos que por azar, o por voluntad, alzaron la cabeza hacia la noche. Escenas mudas. Una coreografía resplandeciente que en lo alto opaca las verdaderas estrellas. Surge un hongo, desde un único punto y como una huidiza red de colores se tejen las vanas figuras.
A aquellos seres encandilados con el espectáculo, los une un asombro, y ese haz de pensamientos breves como las trazas en el cielo, que se dispara en múltiples direcciones.
La belleza, dicen, es un bálsamo para la tristeza, yo creo que su contemplación puede ser también mortal para un espíritu dolido. Para él, por ejemplo, que se ha detenido un instante ante el espectáculo en el cielo, y que ahora continúa su andar, con las manos hundidas en los bolsillos del abrigo; él, que pisa las hojas crujientes y sobre su cabeza las ramas dibujan una tétrica textura. Conmemora, tal vez, un encuentro en medio de la oscura ciudad; la tibieza de otras manos, y las carcajadas que, sin pudor, se perdían entre calles anónimas y a punto de amanecer. Ahora retiene en sus pupilas esa explosión celestial que no llegó a compartir; hay amores que antes de alcanzar su apogeo ya se precipitan en el ocaso.
No, hoy no estoy como para contemplar la luna, por eso no la busco, por eso extraigo del fichero de la memoria el recuerdo de un voluntarioso y esplendente azar.
La memoria tiene esa ventaja: clasifica; secciona; recorta; esteriliza; ordena... Uno arroja al interior de esa trituradora el caos y la inestabilidad del diario vivir, para extraer, luego, pulcro, brillante y pulido, un recuerdo a medida.
Tiene esa ventaja, en detrimento de la propia vida.
Etiquetas: Textos
11 Comments:
Sí, la memoria es un artificio total :)
Beso.
12:33 p. m.
Y perverso...
11:29 p. m.
LO que nunca deja de sorprenderme son los caprichos de la memoria, en especial de la memoria inmediata, la de un día o dos atrás, por qué de un suceso solo gurada unos cuantos flashes, como que edita un compacto arbitrario de imágenes. Nunca sabré por qué quedan esas y no otras.
Abrazo
12:06 a. m.
Tal vez no exista el presente, quizá solo la memoria vive.
Besos recordados.
1:50 p. m.
La memoria es la que selecciona lo que somos capaces de andar trayendo puesto encima no? La que nos protege de algunos dolores, la que nos cuida para no volvernos locos... te imaginas si fueras capaz de recordar TODA tu vida?
La belleza como bálsamo para la tristeza, me ha gustado esa frase.
Saludos! Gracias por tu visita.
3:20 p. m.
Me gustó tu escrito...... tienes razón, y tenemos que agradecer ciertamente que así sea.... recordar sólo lo que queremos, lo que nos hace bien.... o a veces recordar lo oscuro, lo negro, para no dar paso a sentimientos que no debemos sentir.
Yo amo la belleza, la de los cuerpos, de los rostros, pero más que nada la belleza de la esencia de una persona, poder conocer a un ser humano sin máscaras, sin miedos, éso generalmente me emociona a tal punto que me hace desear estar muerta....
4:24 p. m.
Estaba leyendo tu post, y no puede evitar "sacar de mi memoria" la siguiente frase:
"...cuando me acuerdo de la memoria, es la misma memoria la que está por sí misma presente. Pero cuando me acuerdo del olvido, son, a la vez, la memoria y el olvido los que estan presentes..."
Según San Agustín, no puede existir el olvido sin que le preceda la memoria, el olvido no existe por sí mismo, es solamente una privación de la memoria.
Su definición de memoria es hermosa, dice que es un bóveda imaginaria en la que se encuentran almacenadas todas aquellas imágenes que recibimos a través de nuestros sentidos las cuales están separadas y clasificadas, y como parte de estas imágenes están guardadas nuestras sensaciones.
¿Te suena familiar?... jejeje.
Saluditos!!
1:15 p. m.
Ninfa:
sí, me suena familiar, lo que me convence de que hay un único gran texto que funciona como una red, con infinitos nodos, y que cada vez que creamos discurso, solo actualizamos ese gran texto. No es necesario aclarar que no he leído directamente a San Agustín ¿verdad?
Me gusta pensar en ese reservorio de imágenes sensoriales, pero me gusta pensarlas desde la perspectiva del olvido: una bóveda oculta a la memoria, que trabaja, actúa en nuestra vida sin que lo sepamos y que, a veces, emergen como esos fuegos artificiales, o como un dèjá vu (paramnesia).
Besos
11:26 p. m.
Yo no creo en la memoria selectiva. Si lo fuese me permitiría dejar atrás el espanto.
Abrazo desnudo.
4:55 p. m.
Ella:
la memoria es selectiva, lo que no quiere decir que podamos maniobrarla; escupe el recuerdo que quiere, sea un bálsamo o espanto.
Pero me preocupan tus espantos ¡muher!¿puedo hacer algo para conjurarlo?
Besos inolvidables
6:55 p. m.
Una vez intenté olvidar, tanto tanto hasta poder olvidar que había olvidado. La memoria me traía todo el tiempo a mi propia desnudez, y yo no quería ser más que puro olvido. Todo eso nunca ocurrió. Me vi en la desmemoria, en el olvido, y sentí el horror de estar en un ánima.
Recuerdo :) que Borges decía que uno no moría en tanto viviera en la memoria de otro. Algo así como vivir en el recuerdo de otro y ya no me sentí tan sola y a la vez...
Te dejo un papel amarillo, vos sabrás qué hacer :)
6:36 p. m.
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