LLUVIA
No todavía no todavía, la brisa me ahoga en el perfume del futuro inmediato y a la vuelta de la esquina me sorprende la lluvia como si el cartero hubiese llegado de improviso con noticias tuyas calientes como el pan de la mañana, la voracidad del agua que despelleja la calle ardua por donde las chicas viajan en sueños de pasarela o en ansia de exposición me envuelve con un escudo frío de centellas húmedas. Te miro (imagino que te miro) como se mira desde las vidrieras y estás quieta reluciente brillante como una estrella pintada en el cielo de cartón de los desanimados que viajan impertérritos en trenes de vaselina que se sacuden con los desniveles de las calles y las encrucijadas. Otra vez la urbanidad demuele el deseo y los vidrios son como las cuencas vacías de los muertos que agusanan la mirada crítica, el aroma de los quemaderos, los archipiélagos de ahogos, la estancia resbalosa, el blindex, te miro a los ojos pero estás como perdida mirando la nada y la calle te acuna y los pasajeros pasan se olvidan de que eres bella como una estampa como un cartel publicitario como mi madre cuando era mi madre y como mi hermana cuando era mi hermana y como el sol cuando era el sol y todos nos movíamos al son de una canción liviana que arremolinaba los manteles de las mesas en el campo y los arrojaba contra los alambrados donde las gallinas por la noche dormitaban un sueño ajeno a las comadrejas y los disparos nocturnos no significaban un festejo sino una muerte.
Llueve como si fuera una sorpresa, como si en este planeta no hubiese llovido nunca y no pudiésemos guarecernos bajo la copa de un árbol gentil donde nos amontonamos con un poco de frío mientras en el escaparate cercano los abrigos nos tientan. Entre tanta mansa muchedumbre te arrecio con una mirada pertinaz de esas que demuelen paredes de esas que agitan las ilusiones y en medio de la mansa muchedumbre, en medio del hedor, me contestás con un giro de los cabellos que danzan en medio de gotas preciosas y te acercás y me demolés como siempre quise ser demolido por esa boca que se abre dentro de la mía y hurga mis caries y explora levemente las papilas mientras mis manos se escapan por los deslices del vestido y la mansa muchedumbre nos mastica hasta que la lluvia logra, por fin, desteñir el día para que nos olvidemos definitivamente en esa espontánea explosión
Llueve como si fuera una sorpresa, como si en este planeta no hubiese llovido nunca y no pudiésemos guarecernos bajo la copa de un árbol gentil donde nos amontonamos con un poco de frío mientras en el escaparate cercano los abrigos nos tientan. Entre tanta mansa muchedumbre te arrecio con una mirada pertinaz de esas que demuelen paredes de esas que agitan las ilusiones y en medio de la mansa muchedumbre, en medio del hedor, me contestás con un giro de los cabellos que danzan en medio de gotas preciosas y te acercás y me demolés como siempre quise ser demolido por esa boca que se abre dentro de la mía y hurga mis caries y explora levemente las papilas mientras mis manos se escapan por los deslices del vestido y la mansa muchedumbre nos mastica hasta que la lluvia logra, por fin, desteñir el día para que nos olvidemos definitivamente en esa espontánea explosión
Etiquetas: Arritmias
5 Comments:
Me gustó ese decir atropellado, con una ansiedad sin pausas (sin comas), que va desde el no todavía hasta la explosión final. Y qué bueno que estés de vuelta por acá.
11:54 a. m.
Si Vero; quiero estar, pero se me hace difícil. Te debo una respuesta. Cumpliré.
Un beso
9:56 p. m.
¿qué será que la lluvia siempre despabila lo que no está?
y lo que no está siempre es bello y caliente y quieto.
saludos!
9:50 a. m.
Ventrilocuo!!!!!!!! me preguntaba que habrá sido de este hombre ???
alegre de verte reaparecer con vida bloguera
un abrazo
5:16 p. m.
Gracias amigos!
de a poco, como quien se recupera de una larga dolencia.
12:56 p. m.
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